El libro analiza las condiciones posteriores a la COVID-19, un síndrome multisistémico con síntomas persistentes que afectan la calidad de vida, especialmente en poblaciones vulnerables como mujeres, adultos mayores, minorías étnicas y personas con comorbilidades. Destaca la complejidad diagnóstica debido a la falta de biomarcadores y la heterogeneidad sintomática, agravada por barreras sociales, económicas y estructurales que limitan el acceso a atención adecuada. Propone un enfoque integral que combina prevención mediante vacunación, diagnóstico clínico humanizado y manejo multidisciplinario adaptado a contextos diversos. Además, enfatiza la necesidad de políticas públicas inclusivas, sistemas de apoyo comunitarios y investigación focalizada para reducir inequidades y lograr una atención equitativa y sostenida.