Una muerte prematura engendra una huida del todo imprevista. Una vez más arrojada a la deriva sobre las despiadadas mareas del mundo, privada de todo refugio, artes oscuras y temerarias son esgrimidas para arrebatar un alma del abismo que de otro modo la habría reclamado. Aufelia despierta al fin de las profundidades del olvido... pero, ¿sigue siendo ella misma?
El reino se estremece bajo el yugo ruinoso de la codicia, devastado por el hambre insaciable de los oportunistas. Una querida compañera languidece en el tormento, encadenada en una prisión infernal, su rescate una necesidad ineludible. En la augusta corte de la Duquesa, se cierne el espectro de la traición; conjurados, ajenos a las innumerables vidas que se perderán en sus maquinaciones, tejen una red de guerra, devastación y hambre, su insaciable ambición un incendio que arrasa la tierra sin contención.
Mas en los sombríos corredores de la Mansión Highsummit, un mal abominable-velado en el secreto, resguardado contra la justicia que con creces merece-acecha con intención maligna. Su mirada se fija en las hermanas de Irchard y en todo cuanto aman. La hora del ajuste de cuentas se aproxima, y en el fragor de la desesperación, Dubart se ve arrastrado hasta el umbral de lo prohibido, forzado a invocar una corrupción comparable a aquella que busca erradicar.