¿Está la iglesia utilizando todos los recursos que Dios le ha dado para su edificación? En "Obreros Aprobados: Despertando Dones y Edificando la Iglesia con Sabiduría", Hercules Collins lanza un llamado urgente a revitalizar dos ordenanzas bíblicas cruciales pero a menudo descuidadas: el ejercicio del don espiritual de profecía (entendido como hablar para edificación, exhortación y consuelo) por parte de miembros dotados, y la preparación y ordenación diligente de ministros fieles.Preocupado por la falta de provisión para el ministerio futuro, Collins argumenta apasionadamente que las iglesias deben ser "escuelas de Cristo", identificando, estimulando y ejercitando los dones que Dios ha repartido entre sus miembros (1 Pedro 4:10, 1 Corintios 14). Citando a John Owen y ejemplos bíblicos como Apolos y los santos dispersos, defiende la legitimidad de que miembros dotados (no solo oficiales ordenados) enseñen y exhorten para la edificación mutua, siempre en sumisión al orden de la iglesia.El núcleo del libro se centra en la exhortación de 2 Timoteo 2:15: "Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad". Collins ofrece instrucciones detalladas y prácticas para aquellos inclinados al ministerio sobre la necesidad imperativa del estudio diligente, cómo ser un "buen obrero" (poniendo a Cristo como fundamento, edificando con doctrina sana, siendo coherente y usando pruebas bíblicas), y las razones para ello (la grandeza de la obra, la gloria de Dios, el bien de las almas, la rendición de cuentas final). Proporciona consejos sobre cómo abordar un texto, usar la analogía de la fe, hablar con claridad, evitar repeticiones vanas, gestionar el tiempo de estudio, orar por denuedo, ser conciso, usar testimonios humanos sabiamente, variar los temas, predicar con el corazón, y mucho más."Obreros Aprobados" es una obra vital que equilibra el ministerio de toda la iglesia con la necesidad de un liderazgo pastoral bien preparado y ordenado (incluyendo la imposición de manos), instando a las iglesias a ser fieles en nutrir tanto los dones internos como en llamar y sostener a pastores calificados según las Escrituras.