"Nuestra tendencia natural es al sano desarrollo, a vivir una intensa felicidad.
Pero creamos sociedades manipuladoras, explotadoras y patologizantes. Las personas, sobre todo en las grandes ciudades, no son afectuosas con las demás, ni con ellas mismas. Vivimos un infierno en vida, torturados por nuestros demonios de miedos y de crueldad.
Es preciso exorcizar nuestros demonios para ser lo que realmente somos: hijos de Dios; seres felices y expresivos. Esta obra nos guía para hacerlo."