Recorriendo este libro, los lectores(as) podrán asomarse al desarrollo, casi en directo, de la crisis política que intranquila nos baña desde fines del gobierno de Sebastián Piñera. Tendrán una mejor comprensión de los vínculos entre las funas universitarias, el estallido de la revuelta de 2019, el terrorismo que no osaba ser pronunciado por las autoridades, el proceso constituyente como solución in extremis y el borrador constitucional que será sometido a plebiscito el 4 de septiembre de este año y que define a Chile como un Estado plurinacional.
Un Estado nacional unitario es más fuerte y de manejo más amigable que uno compuesto por naciones varias. En lo fundamental, porque la incorporación y la separación de entes territoriales habitados no suele relacionarse con el derecho, sino con procesos traumáticos: el resultado de una guerra interna, la pérdida en una guerra convencional, un acuerdo posguerra mundial, la implosión de un Estado matriz.
Nuestros convencionales constituyentes han estelarizado un caso excepcional al definir a Chile como un Estado plurinacional: un proceso de fragmentación pacífica del Estado propio por mayoría de votos. De aprobarse por la ciudadanía, sería otro de los ejemplos que Chile gusta de propinar al mundo.