El consuelo es el alimento del alma, amortigua los golpes de la vida y refrigera lo que se recalienta con la angustia. No sólo tranquiliza y reanima, sino que también ayuda a recuperar la confianza en el futuro, en las personas y en la vida. La palabra "consuelo" es bonita, cálida. Sólo con escucharla nos sentimos aliviados y reconfortados, porque nos recuerda que las cosas pueden retornar a su cauce, que todo puede volver a estar bien.
Sin embargo, apenas hay lugares en los que podamos practicar y aprender a consolar. Nos faltan los rituales, el tiempo y los espacios; ya no sabemos cómo comportarnos ante el sufrimiento. ¿Cómo encontrar las palabras y el tono adecuados? ¿Cómo actuar con alguien que está viviendo un momento difícil? ¿Es necesario pasar por una situación dolorosa para saber qué consuela y qué no?
La autora de este libro sostiene que podemos y debemos aprender a consolar. Porque quien sabe hacerlo no sólo es capaz de ayudar a los demás, sino también a sí mismo. Estas páginas son un pequeño manual del arte de hacer bien al alma.